El artículo que presentamos a continuación lo redactamos en homenaje al
Dr. Bruce E. Fleury, uno de los grandes investigadores de la Inteligencia
en los cetáceos.
El lector se habrá percatado que estamos hablando sin duda de los
delfines. La especie denominada “Tursiops truncates” , constituye
sin duda alguna la criatura más inteligente conocida en nuestro planeta.
Por más que nos cueste reconocerlo desde la faceta humana de
considerarse el patrón de medida del resto de las criaturas en lo que al
vértice de la inteligencia se refiere, lo cierto es que distamos mucho de
igualar al delfín en muchos aspectos, y en especial el sentido ético avanzado
inherente a la verdadera inteligencia.
A mayor inteligencia mayor ética, y mayor sensibilidad.
El hecho de que los delfines carezcan de extremidades prensiles y por
ende de capacidades manipulativas y tecnológicas, les ha permitido desarrollar
una inteligencia emocional basada en un sexto sentido que en el ser humano
permanece aún atrofiado: La ecolocación compleja. Un sentido que el ser humano
ha tratado de emular supliendo con la tecnología, y que no alcanza apenas a
comprender respecto del complejo sistema de comunicación integral de los
delfines.
Resulta revelador que ya en 1979, en la edición de la revista Cosmic Search: Issue 6,
correspondiente a la edición de la primavera de 1979, ya se dedicara un
completo monográfico a los delfines en los siguientes términos: ” Los Aliens de
los Oceanos” : “The Aliens In Our Oceans:
Dolphins As Analogs”.
La cuestión del desarrollo de una inteligencia avanzada en nuestros
océanos lleva investigándose por décadas, sin que hasta la fecha haya podido
comprenderse más que una pequeña parte del comportamiento de estas criaturas, que en todo caso
han revelado capacidad inmediata de comprensión, imitación y voluntad de
comunicación con nosotros. (2).
Tal y como señalaba Fleury en 1979, el conocimiento de los delfines será
clave para una futura comunicación con Inteligencias extraterrestres. Y en
efecto, tenemos mucho que aprender de ellos y de su sistema complejo de
comunicación.
Respecto a nuestras similitudes como especies, Fleury destacaba que el
hecho de ser mamíferos e inteligentes, nos colocaba en una zona de
coincidencias y diferencias fundamentales en las que millones de años de
evolución en un medio más denso que el aire, propiciaron un modelo de
civilización basado en la ética, la ecolocación, la comunicación grupal y el
desarrollo de la inteligencia emocional.
Las claves de la ecolocación, el denominado sexto sentido, están
propiciadas por un desarrollo extraordinario del córtex cerebral y de los
tejidos neuronales del delfín, cuyo cerebro tiene un tamaño superior al
nuestro, tal y como se muestra en la siguiente gráfica.
El sexto sentido: La ecolocación.
Una de las características más relevantes de los delfines es el
desarrollo de un sexto sentido que en los seres humanos apenas está
desrrollado: La ecolocación por ondas ELF. Los delfines y otro cetáceos, pero
en especial los delfines poseen la capacidad de emitir ondas acústicas
complejas que se desplazan por el agua a 4,5 veces la velocidad del sonido en
el aire. Esta capacidad hace fácil comunicar con poblaciones que se encuentran
al otro lado del globo en unas pocas horas. La comunicación de los delfines mo
se limita únicamente a la emisión de señales biofísicas o vitales, sino a
conocimiento, creatividad, emociones y comportamiento social ético, tal y como
ya señalaba el Dr. Fleury en 1979. (3)
Recientemente en pruebas de investigación en delfinarios, se ha podido
demostrar que los delfines identifican objetos que no pueden ver. El sexto
sentido de los delfines no se limita a una señal de sonar, sino que implica
conductas complejas basadas en el conocimiento del medio y la toma de
decisiones coordinadas con el grupo de forma inteligente y creativa.
Al igual que el ser humano ha desarrollado una cultura social y
tecnológica basada en el conocimiento sensorial y percepción visual del medio
físico y la habilidad tecnológica, el delfín ha desarrollado la capacidad
holográfica acústica, y toda su cultura se basa en la comunicación afectiva y
emocional. El complejo mundo de la inteligencia de las emociones, no puede
entenderse sin estudiar a los delfines, pues en ellos las emociones profundas y
el sentido ético están más desarrollados que en los seres humanos.
La comunicación entre los delfines reviste especial interés, dado que su
lenguaje es consuetudinario, armónico, acústico y emocional, de hecho, su
espectro de ondas cerebrales reviste un rango más amplio que el humano en el
estado alfa y beta consciente. (Entre los 7Hz y los 13Hz) frente al rango de
los (10-13Hz) del ser humano, lo que induce a los científicos a pensar que el
rango de consciencia en la toma de decisiones de los delfines es mayor que el
nuestro. La consecuencia de esta circunstancia es la mayor creatividad,
que se manifiesta de forma espontanea en el delfín en la toma de decisiones y
resolución de problemas en su medio natural.
El delfín presenta características únicas que demuestran una
inteligencia no tecnológica avanzada: Es capaz de sincronizar coreografías
coordinadas con el resto de los componentes del grupo asumiendo roles
complementarios instantáneos respecto al resto, algo que en el caso de los seres
humanos requiere pacto y ensayo previo. No es el caso de los delfines que toman
las decisiones de forma creativa, coordinada e instantánea rotando el liderazgo
en el grupo y los roles complementarios sin generar conflictos, y resolviendo
problemas complejos, tanto en las cuestiones de aprendizaje, como de
subsistencia en el medio y finalmente en las actividades creativas placenteras.
Los delfines practican actividades deportivas en su medio, por el mero
placer de divertirse, al igual que los seres humanos hacemos, juegan por mero
placer, pero también son conscientes de los peligros que les acechan, y su
sistema ético les permite defenderse con inteligencia tan sólo en legítima
defensa, para salvar sus vidas y las del grupo. Un delfín puede provocar si lo
desea la muerte de su depredador natural (el tiburón), generando un campo de
ondas acústicas en círculo y una aceleración de sus saltos, que termina
aturdiendo al depredador e incluso poniéndolo a merced de otros depredadores, o
arrastrarlo a zonas donde el depredador no puede desenvolverse vitalmente.
Sin embargo, sólo usa estas armas en los casos extremos, y no busca
conductas vengativas. Su código ético no se lo permite, tal y como explica
Fleury. (4)
Coordinación
en salvamentos.
Son innumerables los casos de salvamentos marítimos de náufragos y
testimonios agradecidos a los delfines en tareas espontáneas de rescate. El
código ético de los delfines y su incondicional atracción hacia los seres
humanos, les hace distinguir claramente cuando un ser humano o un grupo de
seres humanos está en peligro dentro del medio natural del delfín. Esta
circunstancia les hace innovar condiciones coordinadas de rescate de seres
humanos en innumerables emergencias desde que se tienen datos contrastados. Un
ejemplo de ello, fue la grave tragedia del naufragio del Sirio en 1906, los
delfines fueron claves en el rescate de muchos supervivientes que apenas sabían
nadar.
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