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jueves, 24 de noviembre de 2011

TRABAJO INFANTIL: CON EL FUTURO A LA ESPALDA

FRANZ. La disyuntiva es enorme y la tierra llega hasta los tobillos: abre la mano y piensa un segundo que esa pita puede servirle para amarrar el costal y así poder llevarlo hasta su casa sin que se desparrame todo lo que hay dentro. Aunque puede también cortarse en dos partes iguales y usarlas como pasadores y así evitar el riesgo de caerse con todo y costal por caminar con los zapatos sueltos. El niño se va por la tangente y decide guardar la pita en el bolsillo -luego verá que hace con ella- porque observa que a unos dos o tres metros hay un pedazo de cartón. De tanto conversar con Erick y Óscar casi no se da cuenta de que ahí estaba la caja, escondida entre una alfombra, una sandalia y un poco de tierra. Salta de pronto, coge la caja y anuncia su hallazgo. Hallazgo que subjetivamente huele a victoria y objetivamente a basura amontonada. Preguntarle a un niño de 8 años como Franz por el tiempo que lleva reciclando desechos es un despropósito; es tan pequeño que no sabe si empezó hace unos pocos meses o hace más de un año. Evade la pregunta y otra vez va por la tangente explicando el cuándo a través del quién: Mi mamá me enseñó. Ella reciclaba antes y me llevaba y aprendí. Y el cómo a través del para qué: Con mis 50 céntimos me compro un tallarín con papa en el colegio. Al final, la pita se la regala a Erick y asunto arreglado.

ERICK. El costal de 50 kilos le queda chico. Ya empujó, ya arrimó, ya presionó con los pies. Nada. Un empujón más, por si acaso; ya con eso puede amarrarlo y llevárselo. Qué raro, parecía un mal día. Por esta zona, en Lomas de Carabayllo, siempre hay basurales a la vista (o al olfato). El de hoy parecía prometer una faena mediocre, pero era solo cuestión de remover la tierra. Un optimista diría que detrás de cada montículo puede estar la plata para el almuerzo. Erick tiene 11 años y por eso no se guía por el optimismo sino por el instinto. El mismo instinto que le dice (en voz alta) que debería usar guantes para protegerse las manos mientras rebusca en la basura: Sí, ya sé, pero los guantes cuestan. Instinto que le dice (en voz baja) que a su edad no debería estar trabajando: Sí, ya sé, pero es para poder comer. Ese mismo instinto lo obliga a tener cuidado de no recoger, por ejemplo, agujas o vidrios. Y quizá ese mismo instinto lo lleve a tomar este trabajo como un entretenimiento. Uno espera escuchar una queja suya, pero no hay quejas. Uno espera un lamento y no hay lamentos. Uno imagina una incomodidad y no hay incomodidades. Uno jamás imaginaría una alegría siquiera remota, pero Erick hoy está contento. Eso duele más. La pita que fue de Franz y luego de Erick es ahora de Óscar. Su costal es el más pesado.

ÓSCAR. No lo puede cargar, se le escurre de las manos. Es terco: vuelve a cargar y se le vuelve a resbalar. Carcajadas. Lo más probable es que tenga que esconder el costal ahí nomás, ir corriendo a su casa y pedir a alguien que le ayude a cargarlo y volver rápido antes de que alguien se lo robe. Una vez más: lo carga y se le cae. Carcajadas, otra vez. Ojalá después se acuerde de lavarse las manos porque hace unos días se cortó el dedo meñique de una mano con una lata y la herida debe estar absolutamente infectada: Cuando me lo hice me lavé con agua y alcohol. Y ojalá se acuerde de regresar más o menos abrigado porque tiene la nariz húmeda y debe estar absolutamente resfriado. Su papá le enseñó el oficio de reciclador desde lo más básico: esto es vidrio, este es papel, este un plástico, esos de ahí son fierros, ahí hay cobre. La rutina de recoger los materiales y llevarlos a su casa y aplastarlos con un martillo hasta dejarlos planos y amarrarlos y esperar que su padre los venda y recibir un sol y darle la mitad a su madre, termina al cabo de unas horas en una merecida bolsa de Chizitos. ¿Quién se puede molestar trabajando varias horas del fin de semana metido en un cerro de basura si como premio hay una bolsa de Chizitos? Por eso Óscar se contagia de las carcajadas y se parodia a sí mismo en sus vanos esfuerzos por cargar una bolsa enorme de desechos reciclables. De lejos se ve a tres niños en dramática situación sufriendo por tener que meterse en cerros de basura y recoger a cuentagotas algunos materiales que puedan reciclarse. De cerca, sin embargo, se ve a tres niños jugando y casi divirtiéndose con lo que encuentran. Lo más extraño de esta historia es que los tres niños se sienten bien con lo que hacen. O porque sienten que están ayudando a sus familias o porque les atrae la idea de encontrar objetos curiosos. O porque no se dan cuenta de nada. Por la herida del dedo meñique de Óscar tiene problemas para amarrar el costal con la pita. Lo ayuda Franz.

FRANZ, ERICK Y ÓSCAR. Si estos tres niños hubieran continuado trabajando todos los días, como lo hacían hasta hace poco, habrían podido sufrir de dermatitis, daños en los bronquios, infecciones de todo tipo y tamaño, problemas en la columna. Y habrían descuidado el colegio. Ahora por lo menos van al colegio de lunes a viernes y solo trabajan los fines de semana. Pronto, quién sabe, el fin de semana lo dedicarán a jugar y su vida regresaría a su estado natural. Erick, por ejemplo, en una época se despertaba a las 4 de la madrugada, cogía una linterna y se iba a buscar desechos reciclables en la basura. Regresaba a las 6 a su casa, se lavaba y caminaba hasta su colegio; salía del colegio, comía algo y volvía al basural a seguir buscando. Hasta parece que se sintiera orgulloso de sí mismo porque lloró amargamente cuando salió del colegio y vio que su mamá no estaba y que no iba a poder firmar la autorización para que lo entrevistaran y fotografiaran (luego la firmó); al final, con los ojos rojos, enseñó cómo trabajaba, sonrió para algunas fotos, respondió algunas preguntas. Y Óscar no podía creer que su costal tenía tantos desechos dentro; por lo menos dos bolsas de Chizitos esta semana. Y Franz tuvo la suerte de encontrar, en medio del basural, un librito con las tablas de multiplicar completas. Él solo sabía hasta la tabla del 9. También encontró una pita que fue pasando de mano en mano, toda la tarde.

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Ricardo León. "Con el futuro en la espalda".
En El Comercio (Lima-Perú), 12.06.07.

Preocupante…!!!!
UN MILLÓN 700 MIL JÓVENES NO ESTUDIAN NI TRABAJAN

En el país un millón 700 mil jóvenes no estudian ni trabajan, según informó ayer el director general de Empleo del Ministerio del Trabajo y Promoción del Empleo (MTPE), Tomás Flores.
Durante su participación en el conversatorio "Perspectivas del mercado juvenil en el Perú", organizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Flores también precisó que la Población Económicamente Activa (PEA) juvenil es de cinco millones 400 mil.
Pero de estas cifras lo que más llama la atención es que de los cinco millones de jóvenes ocupados, solo 990 mil cuentan con algún nivel de protección social.
"Además el 53% de la juventud se encuentra subempleada, es decir, trabajan por horas (...) Esto viene sucediendo porque este grupo poblacional está aceptando laborar en condiciones desfavorables", señaló el Director General de Empleo del MTPE
PRECISIONES
1. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), la población juvenil en el Perú es de 8 millones. De ellos, 6 millones son de ámbito urbano y dos de ámbito rural.
2. Además, los puestos con mayor demanda en el país son los de los técnicos, pues no hay suficientes.
Cinthia Garreta. En La República (Lima-Perú), 01.10.2010

“Aprovecha al máximo las oportunidades que te da la vida, pues hay muchas personas que desearían estar en tu lugar”

Un gran abrazo con mucho cariño, de su amigo y servidor
Profesor Manuel Panaifo Pando

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